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¿QUÉ ES EL RATIO DE SHARPE?

 

Uno de los métodos más empleados para analizar y comparar carteras de inversión es, sin duda, el ratio de Sharpe. Un término que hace referencia a la rentabilidad de una inversión ajustada al riesgo de la misma. El objetivo es saber cómo ajustar ese riesgo para poder comparar fondos o acciones con distintos niveles de riesgo. De esta forma, sabremos qué producto es mejor y elegiremos en consecuencia. Por tanto, sirve para determinar si la rentabilidad lograda en una inversión se debe a una elección inteligente o por haber asumido un riesgo mayor. En resumen, se trata de una variable muy a tener en cuenta (junto a otros factores) para medir la calidad de, por ejemplo, un fondo. Quédate con nosotros para saber más acerca de la ratio de Sharpe, saber cómo calcularla y para qué se utiliza.

 

Ratio de Sharpe: la relación entre rentabilidad y riesgo

 

El ratio de Sharpe se llama así en nombre de su creador, William Forsyth Sharpe. Sharpe, nobel de economía en el año 1990, presentó inicialmente el método en 1966. Posteriormente, se presentaría una revisión del ratio en el año 1994, que es por la que se rige actualmente su cálculo.

 

El método consiste en medir numéricamente la relación entre rentabilidad e histórico de volatilidad, con una desviación estándar, de un fondo de inversión. Entendiendo, claro está, que esa volatilidad es la que nos estará señalando el grado de riesgo de ese producto. Y su cálculo se obtiene de dividir rentabilidad, menos tasa de interés sin riesgo, entre volatilidad. Aunque más tarde explicaremos en detalle cómo calcularlo.

 

Cuanto mayor es el ratio, mayor será la rentabilidad del producto en el que hemos invertido nuestro capital. O, mejor dicho, un ratio alto es indicativo de una buena rentabilidad en relación con el riesgo que conlleva esa inversión. Por el contrario, una mayor volatilidad de rendimientos supone un riesgo mayor, ya que aumentan las probabilidades de retornos negativos en ese instrumento de inversión. Ya ves que se trata de una variable muy útil a la hora de decidir cuál es el producto más adecuado para depositar nuestros ahorros. De hecho, la mayoría de inversores se guían por el Sharpe Ratio, aunque siempre complementando esta variable con el cálculo de otros parámetros también fundamentales.

 

Es importante destacar que de nada sirve conocer el ratio de un fondo si no lo comparamos con el ratio de otro fondo. Es decir, que la finalidad última de este método es hallar esa relación entre rentabilidad/riesgo de un fondo y compararlo con la variable que arroja otro fondo o grupo de fondos para elegir el que más nos convenga.

 

Visto todo lo anterior, conviene resumir y concretar algunos aspectos que se darían en la comparativa de las ratios. Por ejemplo, cuando encontramos fondos de rendimientos similares, el ratio más bajo nos indicará la cartera que presenta mayor volatilidad. Un fondo genera una rentabilidad mayor para arrojar un ratio de Sharpe mayor, con la intención de compensar la desviación típica más alta. Y, dicho en castellano, lo que indica es la rentabilidad adicional que obtendría un inversor al asumir un riesgo más alto.

Cómo se calcula

 

Ya sabemos que el ratio de Sharpe es un parámetro eficaz a la hora de ajustar la rentabilidad al riesgo tomado en una inversión. Y recuerda, cuanto mayor es la variable, mejor es la rentabilidad en relación a la volatilidad que presenta el producto de inversión que estemos analizando. Por tanto, estaremos de acuerdo en que hablamos de un ratio muy útil. Pero, eso sí, necesitamos comprender qué mide exactamente y cómo lo mide para interpretarlo adecuadamente. Entonces, lo mejor es ver cómo se calcula el Sharpe Ratio con un ejemplo concreto.

 

Como ya hemos comentado, de poco sirve saber la ratio de un fondo si no lo comparamos con el resultado obtenido en otro, u otros. Entonces, imaginemos un fondo 1 con una rentabilidad a un año del 26%, volatilidad del 23% y una tasa de interés sin riesgo del 5%. Y un fondo 2, mismos parámetros, con resultados del 19%, 15% y 5%. Parece un poco lioso, pero ahora se entenderá mejor.

 

Con estos datos, y aplicando la fórmula para obtener la ratio, rentabilidad (menos interés sin riesgo) / volatilidad obtendríamos diferentes resultados a comparar. Por su parte, el fondo 1 tendría un ratio de Sharpe de 0,91 (26(-5) / 23). Por otro lado, el cálculo del fondo 2 arrojaría un resultado de 0,93.

 

Analizando estos resultados, observamos que el fondo 2 obtiene una Sharpe Ratio mayor que el fondo 1 y por tanto más favorable. Aunque ofrecía menor rentabilidad que el fondo 1, la volatilidad (menos altibajos, menos riesgo) es sensiblemente menor aquí y, por tanto, obtiene mejor ratio. Por resumir y para entenderlo bien, si el valor es igual que 1 es bueno, si los valores van del 0 al 1 no es óptimo y si es menos que 0 no conviene ya que el rendimiento del activo es inferior al riesgo que asumimos. En definitiva, gracias a este método podemos conocer la desviación estándar de rentabilidad de un fondo de inversión y compararlo con otros fondos.

 

Para finalizar, nos gustaría recordarte la necesidad de planificar nuestras finanzas y establecer estrategias adecuadas a nuestro perfil inversor. Como siempre, teniendo muy presentes nuestra situación económica, el riesgo que estamos dispuestos a asumir y habiendo fijado previamente nuestro horizonte y objetivos financieros.

 

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