LA HISTORIA DE LA LIEBRE Y LA TORTUGA
03/03/2023
Todos conocemos la historia de la liebre que presumía de ser la más rápida del lugar y la tortuga que le retó a una carrera. Al poco de empezar la carrera la liebre se vio con tanta ventaja que decidió que le daba tiempo a echarse una siesta. Mientras la liebre dormía, la tortuga siguió a lo suyo, avanzando poco a poco con paciencia, hasta ganar la carrera.
En los últimos “¿Sabías que…?” hemos explicado que la rentabilidad que obtenemos de los activos puede venir de los beneficios que generan y su crecimiento y/o de lo que la gente quiera pagarnos por ellos.
Hoy vamos a ver datos históricos que demuestran que “los beneficios” son como la tortuga y “lo que la gente quiera pagarnos por ellos” (también conocido como “múltiplo” o PER[1]) es como la liebre.
Es decir, hoy vamos a comprobar que a largo plazo lo importante han sido los beneficios que han generado los activos en los que estamos invertidos.
Empecemos con los beneficios, contestando a la pregunta:
¿De verdad crecen siempre los beneficios agregados de las empresas de la bolsa?
En el gráfico vemos el beneficio por acción que han obtenido las empresas del índice americano S&P 500 cada año[2]. Como vemos ahí, los beneficios son positivos todos los años, aunque no siempre crecen de un año para otro.
Es decir, en un año malo los beneficios de nuestras empresas pueden bajar, pero en agregado seguirán siendo positivos y en el largo plazo seguirán creciendo. Así, nuestro patrimonio avanzará junto con los beneficios agregados de nuestras empresas: paso a paso y con una dirección clara, como la tortuga.
Una parte de esos beneficios las empresas los reinvierten para conseguir crecimiento, pero otra parte nos la pagan como dividendos. Esto es importante, porque muchos inversores son como el único cliente de Jerry McGuire: “¡Enséñame la pasta!”.
Lo bueno es que como el dividendo es un porcentaje del beneficio, cuanto más beneficio tienen nuestras empresas, más dividendos nos pagan, como podemos ver en nuestras cuentas y en el gráfico[3].
Una vez comprobada la excelente trayectoria histórica que han tenido los beneficios y los dividendos de la bolsa americana[4], veamos la evolución histórica del otro componente:
El múltiplo de la bolsa
En este gráfico vemos que lo que la gente quiere pagarnos por los beneficios de nuestras empresas se mueve mucho, pero no llega muy lejos, como la liebre[5]. También vemos que el movimiento está acotado dentro de un rango, un año nos da dinero y otro nos lo quita. Como dice José Mota: “Las gallinas que entran por las que salen”.
La multiplicación del beneficio por acción de cada año por el múltiplo es lo que nos da el precio por acción que ha tenido el índice en cada momento.
Viendo los gráficos anteriores, no creemos que haya que apabullar con fórmulas matemáticas para demostrar que el crecimiento del precio del índice S&P 500 en los últimos 150 años se ha producido por el crecimiento de los beneficios[6]. Es algo que se ve “a ojo”. Lo bueno de todo esto es que significa que para creer en la inversión en bolsa a largo plazo solo tenemos que creer que las empresas seguirán aumentando sus beneficios en agregado.
Curiosamente, son los movimientos de corto plazo que apreciamos en el gráfico del múltiplo los que se llevan toda la atención, cuando es la composición de beneficios agregados en el largo plazo la que tiene todo el poder.
Como dice la moraleja de la historia de la tortuga: “Lento y constante gana la carrera”.
[1] Price Earnings Ratio, o ratio de precio-beneficios.
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