VALORADO PARA LA PERFECCIÓN
02/02/2023
Netflix es un negocio fácil de entender: nosotros les damos dinero todos los meses y ellos nos permiten perder horas y horas de nuestro tiempo con películas, series y demás.
Pese a ser fácil de entender, las acciones de Netflix han tenido un comportamiento digno del parque de atracciones: una mezcla entre montaña rusa y casa del terror. Así, en el mínimo de 2022, sus acciones acumulaban una caída desde máximos del -75%.
¿Por qué un negocio sencillo como Netflix puede tener movimientos tan extremos en apenas 12 meses?
Porque la historia que el Señor Mercado creía sobre la empresa ha cambiado muchísimo. Veámoslo, porque es un buen ejemplo sobre el que aplicar lo expuesto en nuestros últimos “¿Sabías que…?”.
Hasta 2022 una creencia generalizada era que Netflix podía multiplicar su base de suscriptores varias veces y dominar el mundo como los malos de las pelis de James Bond.
Otra creencia era que la estrategia de Netflix de hacer contenido en muchos países distintos y luego distribuirlo a nivel global era una gran ventaja para ellos. No en vano el máximo de la acción coincidió con el éxito global de “El juego del calamar”, una serie coreana de bajo presupuesto.
Además, el precio de Netflix no solo estaba influenciado por las historias relativas a su negocio, también le influían las historias de la bolsa. Historias como que los bancos centrales no iban a dejar que las bolsas cayeran o que iban a mantener los tipos de interés bajos siempre[1].
Historias como estas invitaban al optimismo y eso hacía que la gente estuviera más inclinada a pensar que Netflix iba a tener 800 millones de suscriptores que 300 millones. Que eso vaya a pasar es algo que no sabremos hasta dentro de bastantes años, pero afecta al valor de Netflix, porque cuantos más suscriptores tenga dentro de 10 años más dinero ganará.
El caso es que, entre junio de 2021 y junio de 2022, Netflix aumentó sus suscriptores en 11 millones, mantuvo sus beneficios estables[2] y, aun así, la acción bajó un 75% desde máximos.
El detonante que parece justificar esa discrepancia es que a finales de 2021 el sentimiento cambió y eso hizo que en vez de ver el vaso muy lleno, el Señor Mercado empezara a verlo medio vacío. En vez de ver que los suscriptores habían subido en los últimos 12 meses, el mercado veía que habían bajado en los últimos 6 meses. En vez de ver el éxito de “El juego del calamar” o de “La casa de papel”, el mercado veía el fracaso de múltiples series y películas[3].
Es evidente que las subidas de tipos también han afectado a la cotización de Netflix. No obstante, las subidas de tipos son comunes para todas las empresas y Netflix ha bajado mucho más que la bolsa en agregado.
¿Por qué han caído empresas como Netflix mucho más que empresas como Coca-Cola?
Porque su precio no estaba justificado por lo que son ahora, sino por lo que podrían llegar a ser en el futuro y eso las hacía más vulnerables al cambio de sentimiento[4].
En el máximo de 2021, el precio de Netflix estaba basado en la historia de que conseguirían muchos más suscriptores, no en los suscriptores que tenían en ese momento.
En el mínimo de 2022, el porcentaje de su capitalización explicado por el negocio actual frente al explicado por la historia se había ajustado significativamente y ya no hacía falta que Netflix dominara todo el mundo para justificar el precio de la empresa.
Ya hemos visto en el pasado que el precio al que cotizan los activos determina la rentabilidad que obtendremos de ellos. Pero no solo hace eso, también determina lo que el mercado le exige a una empresa.
Esto provoca una especie de retroalimentación negativa que favorece la reversión a la media. Hay veces que el precio es tan bajo, que solo con que la empresa sobreviva podremos ganar dinero; y veces que es tan alto, que ni siquiera el cumplimiento de las mayores expectativas es suficiente.
Esto último es lo que pasó en el año 2000 y en el 2021, no solo con la parte más especulativa, sino también con empresas válidas como Netflix. Estas empresas estaban valoradas para la perfección y no alcanzar esa perfección suponía el fracaso bursátil.
[3] Eso, y la bajada de valor presente por descontar los beneficios futuros a tipos más altos.
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